Quizas soy una semilla, una semilla latente, bajo tierra, mala y buena, puedo convertirme en un baobab, en una zarza, en una flor cualquiera, o en la rosa del Principito. Aún ni yo se qué clase de semilla soy, pero está claro que de momento soy una vida estrellada.
Tenemos fecha de caducidad, como todo, y cuando mi momento llegue, espero haberme convertido en lo que deseeo, aunque sea... seguro seré un alcornoque que se cree naranjo.
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