Cuando me despegaba de la idea de la imposibilidad de amar, aferrado a la negación de las supuestamente erróneas conclusiones a que llegaba mi mente, olvidaba las bondades por el horror de sus contraposiciones.
Se me rompe el alma cada vez que miro a la oscuridad, cada vez que leo y atiendo al mundo.
Me doy cuenta de lo atrofiado de mis golpeados sentimientos, que como una flor que día tras día se rehace tras los bocados de la oveja, intentan sobrevivir.
Destrozo con manos diligentes cada parte de mi tiempo, en pedacitos de amargura que transita entre rasgado y rasguño.
Parto de las partes del querer para hablar de lo que siento, abarco los motivos, llego a los finales y principios de cada una, rechazo cada convencionalismo a tener en cuenta y aún así, aún así, no entiendo ni veo justicia.
Disfrazaré los fracasos y vestiré de luto a la luna temprana con que beso la tierra, hablo al aire y escucho al fuego y el agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario