Desprovistas de coraza, enlazan las zarzas los vientos con las tierra y de metal una alambrada la cruza desenparramblada. Yo, que me invento palabras, sufro el frío en escalofríos de fracaso.
Los suspensos, el tiempo que me pierde en las frases que me faltan al escribir.
Y en aquel lugar que me dejé en los montes, dejaba la piel marchita del sufrimiento enrredado y a la cara una mirada vacía.
Los tembleques del frío con las ganas de fumar.
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